LLAMÁI A JOSUÉ

(Josué habló al Señor y luego dijo en presencia de todo el pueblo: «Sol, detente en Gabaón; luna, párate sobre el valle de Ayalón». El sol se detuvo y la luna se paró, hasta que Israel se vengó de sus adversarios.)

Estamos asistiendo a una contienda que podríamos calificar de tragedia o de comedia, según el momento o el punto de vista. La sociedad está empeñada en eliminar los combustibles fósiles como fuentes de producción de energía y sustituirlos por fuentes no contaminantes, la energía solar, la eólica, la mareomotriz. Ahora bien, cada proyecto concreto que se pone en marcha encuentra feroz resistencia por parte de los vecinos, los partidos políticos asentados en el territorio concreto del proyecto, los ecologistas (estos casi de forma ubicua), de los pescadores… Todo el mundo se hace lenguas de las energías limpias, pero nadie quiere los instrumentos que la producen cerca de su casa, en el ámbito donde ellos se mueven o, ni siquiera, al alcance de su vista, por razones paisajísticas. “Non na mio quintana”, ese parece el sentimiento común a ese rechazo casi universal a las instalaciones concretas.

Y, claro, sin embargo, todo el mundo quiere en casa potencia suficiente para luz, cocina y calefacción, capacidad y velocidad para internet, luz abundante en las calles, etc. ¿Qué dónde se genera y almacena? ¡Ah! ¿A mí qué me cuenta?

El combate lo vemos día a día en los concejos donde se quieren instalar generadores. Y en ocasiones ello produce graves tensiones, ya no entre el gobierno y la oposición, sino entre los propios socios del Ejecutivo, como ocurre en Candamo, donde PSOE (mayoritario) e IU (minoritario) están a punto de romper, traduciendo lo que es, en el fondo, la misma pugna discursiva que IU y PSOE mantienen en el Gobierno barbónico.

Como saben, la energía que depende del viento o del sol no se produce cuando esas fuerzas fallan, de modo que hay que almacenar la energía sobrante para poder tirar de ella en caso necesario. A tal fin, se han diseñado los almacenamientos de energía conocidos como parques de baterías. Nada sorprendentemente, se ha desatado contra ellos un ataque desaforado que supone en ellos peligros casi mágicos (aunque proviene de parte, les recomiendo leer https://www.energias-renovables.com/jose-donoso/asturias-y-el-almacenamiento-energetico-un-20240902), como si, más que electricidad, se ocultase en ellos el maligno. Para mi sorpresa (bueno, es una fórmula retorica de cortesía), se ha establecido una carrera entre ayuntamientos para oponerse a cualquier instalación de este tipo (no hace falta que los enumere, cada día se suma uno más), carrera en que están presentes todos los partidos, ya en el gobierno, ya en la oposición.

Pero, además, hay, en algunos de sus líderes, un discurso que pretende otras cosas, un discurso anticapitalista y anticonsumista, cuyas alternativas reales no se exponen, tal vez porque no existen, pero sí sus negaciones. Fíjense en estas palabras de la cabezalera de la oposición de los Oscos contra los parques eólicos, doña Carmen Molejón: «El petróleo hay que dejar de usarlo, se está acabando. Pero esta transición energética que están vendiendo es falsa, porque no soluciona el problema que tenemos. Este modelo de parques eólicos es colonialismo económico”. Merece la pena leer la entrevista completa: https://www.lne.es/asturianos/san-tirso-de-abres/2023/05/01/carmen-modelo-parques-eolicos-colonialismo-86720036.html

No muy distinta es la argumentación del edil de IU de Candamo, don Gabriel Menéndez, al que apoya por supuesto su partido, del que dependen, en parte, en el Barbónico las autorizaciones para estas instalaciones: “»Dicho proyecto no atiende a las necesidades reales de una transición energética basada en la justicia ecosocial y que resulta ineficiente en términos de acción climática». «No voy a pasar por ahí y nunca me posicionaré a favor de la llegada de grandes empresas. No estamos en contra de la energía eólica, pero sí lo estamos del actual modelo bajo el que se están desplegando estos macro-proyectos industriales».

No haré comentarios. Permítanme solo recordar el refrán: “Esi güevu sal quier, y un garabín pa revolvelu”.

Pero ahora que discurro, se me ocurre una solución, la solución Josué, que, como pueden leer en la cita del libro bíblico del mismo nombre, mandó parar el sol durante el tiempo que le fue necesario. Acudamos a él para buscar un remedio igual y que el sol brille permanentemente sobre nuestras cabezas, así tendríamos abastecimiento permanente y gratuito, sin necesidad de instalar ingenios molestos.

¡Hombre!, sufrirían los poetas que se embozan con la lira para cantar a la luna, pero cuánto ganaríamos.

Pero,¡cachis!, ahora me doy cuenta: los asturianos no saldríamos muy beneficiados: en nuestra tierra nunca brilla el sol muchas horas. Bueno, es igual, siempre hemos sacrificado nuestros intereses por los del resto de España, antepuesto lo común a lo nuestro. Así, sacrificamos nuestro estatuto de autonomía en 1931, por consenso universal del PSOE, los reformistas y los independientes, como Pérez de Ayala; así nos lo exigía Santiago Carrillo en 1977 en la plaza de toros de Xixón; así optamos por el 143 en vez del 150… No, no, del concierto o cuponazo catalán todavía no he dicho nada. ¡No me vengan con esas!